Encontrando la inmensidad en lo pequeño - Reseña de Mínimo Infinito de Lucio Feuillet
Llevándonos a magnificar los espacios entre lo minúsculo, Mínimo Infinito está lleno de canciones que tocan las fibras del corazón.
Después de dejar Pasto, su ciudad natal en el departamento del Nariño al sur andino de Colombia y trasladarse a la capital del país, de grabar tres álbumes de larga duración, de numerosas colaboraciones con artistas de toda Latinoamérica, de producir para otros proyectos y abrirle el camino a una nueva generación de músicos de su región, el cantautor Lucio Feuillet celebra diez años de carrera musical como solista con Mínimo Infinito, su cuarto álbum discográfico. En 21 pistas explora la naturaleza de la canción y el ejercicio musical desde la colectividad. 20 de ellas son colaboraciones.
La carrera de Lucio comenzó en 2013 con Indicio, un álbum con un sonido alejado del folk andino que lo caracteriza actualmente. El sonido de un artista emergente buscando establecerse en la industria musical colombiana usando los tópicos del pop latino masculino más comercial de la época. Un intento por hacer propios estilos que le permitieran vivir de la música pero que, tal vez, no representaban su identidad musical del todo. Desde la balada hasta la salsa, pasando por el bolero y el reggae, y entre letras románticas y pianos jazzeros nos presentaba un disco necesario para su carrera pero que, en retrospectiva, está lleno de canciones que suenan ajenas.
Cuatro años después, más cómodo en su oficio y con creciente confianza en su visión, Lucio comenzaría una cruzada personal por traer al frente los ritmos y sonidos de su natal Nariño. Melodías tradicionales, alegres y nostálgicas canalizadas a través de nuevas sensibilidades. En Provinciano, su segundo álbum, sigue habiendo presencia del aspecto más comercial de Indicio, pero, al mismo tiempo, su guitarra empieza a tener más protagonismo y, con ella, los sonidos del área andina y de la murga carnavalera son cada vez más predominantes. A nivel temático también se marca una diferencia, con letras que comienzan a indagar por la relación con el origen y el territorio, por lo que significa haber nacido y crecido en una provincia periférica de un país tan centralizado como lo es Colombia.
Esta búsqueda por recuperar los sonidos de su tierra, mezclada con un interés por hablar de temas sociales, se termina de cristalizar en 2021 con Bailando Bailando, su tercer álbum. Ya establecido en el mundo de la música y con una audiencia ansiosa por escuchar lo que tiene por decir, Lucio se lanza a presentar un álbum dedicado por completo a sus orígenes en formato de murga carnavalera del Nariño. Algunas de las canciones del álbum llegaron a ocupar las posiciones más altas en los conteos de emisoras importantes de Colombia. Con la participación de 13 músicos en simultánea, presenta un formato poco visto por fuera de su región con el que logra sorprender y establecerse, además, como uno de los mejores actos en vivo del país, lo que lo lleva a algunos de los escenarios y festivales más notables a lo largo del territorio colombiano.
En Mínimo Infinito, Lucio sigue buscando, pero, esta vez mira para adentro y se desprende de todo menos su voz y su guitarra. Se entrega por completo a responder una inquietud sobre los elementos que componen una canción en su dimensión más pura. Como a través de la lente de un microscopio, en la exploración de lo pequeño, Lucio se encuentra con la inmensidad.
Ver a Lucio interpretar su música en vivo es darse cuenta de inmediato de que su lugar feliz debe ser cualquiera en el que esté su guitarra. Es ver el resultado de innumerables horas de práctica de un niño que aprendió a comunicarse con el mundo a través de su instrumento. Hay momentos en los que su guitarra canta tan claro como él mismo. Esta relación nunca ha sido tan evidente en su música grabada como los es en Mínimo Infinito. Aunque es el único instrumento que acompaña a las voces, no se puede decir que sea música “simplista” o vacía. Entre acordes, arpegios y punteos, melodías andinas y de folk latinoamericano dan ritmo a letras llenas de reflexiones sobre la vida, la amistad, el amor y la cotidianidad que desarrollan las 21 canciones que componen el álbum.
Aunque a lo largo de los años el ejercicio de la composición ha partido de un espacio muy personal para Lucio, en la ejecución se abren las puertas a las colaboraciones. Siempre dispuesto a trabajar en conjunto y a compartir, en cada canción cuenta con un invitado diferente en las voces. Revisando su trayectoria, Lucio convoca a músicos con los que se ha cruzado en los escenarios y la vida a lo largo de los años. Desde su perspectiva, la música es una experiencia que debe ser compartida. Conformar una comunidad alrededor de la creación lleva la música a dimensiones que son difíciles de alcanzar para el individuo por sí mismo.
El disco cuenta con una parrilla generosa de invitados, cada uno con su estilo y trayectoria, pero todos puestos a la disposición de la canción. Desde las décadas de experiencia de artistas legendarios en la poesía, la nueva música tradicional colombiana, la canción latinoamericana, la balada y el rock como Pala, Marta Gómez, Alejo García, Andrea Echeverri, Victoria Sur y Santiago Cruz; pasando por los que han desarrollado su carrera a la par que él y han encontrado nuevas maneras de llevar la música independiente del país a espacios del mainstream como Juan Pablo Vega, Catalina García de Monsieur Periné, Las Áñez y Pilar Cabrera; hasta nuevas voces que se establecen como algunas de las más importantes en la música hecha por mujeres en años recientes como Briela Ojeda, La Muchacha y Gabriela Ponce, e incluso encontrando un espacio para su esposa, la economista Ita María, sin quererlo, Mínimo Infinito se convierte en un punto de convergencia para figuras de múltiples generaciones de la historia reciente de la música colombiana. También están presentes sus conexiones con el resto de Latinoamérica representadas por los peruanos Alejandro y Maria Laura, el chileno Benjamín Walker y el argentino Kevin Johansen, por mencionar algunos.
La extensión del álbum es de los elementos que más llaman la atención, pero, también, es su punto más débil. Pareciera que Lucio se deja llevar por la emoción de la celebración del hito que representa para su carrera. Las ansias por sacar a la luz canciones que probablemente llevan años guardadas terminan produciendo un álbum que abruma por su cantidad de canciones. Mínimo Infinito dura poco más de una hora, pero se siente más largo. Cada pista tiene su mérito, pero no todas tienen el mismo valor de repetición. Al no contar con un hilo narrativo en sus letras o un concepto evidente, termina siendo una compilación de canciones que, aunque comparten el sonido del artista, se pueden percibir aisladas. No se siente necesario repetir el disco completo de comienzo a fin. Al final, es un ejercicio de escucha en el que cada quien decide con qué canciones se queda basado en la conexión que logre con cada una. Personalmente, después de varias visitas, he reducido la escucha del álbum a unas 13 canciones.
Cabe destacar, también, el trabajo gráfico del álbum y los sencillos que le precedieron con portadas que presentan obras de la artista Daniela Moreno Torres. Un complemento visual que habla de la complejidad de las cosas que parecen ser simples. En bordados a mano compuestos por las puntadas más “básicas”, las líneas rectas se conjugan para formar curvas orgánicas y complejas en tonos de café y naranja que hacen referencia a los colores de la tierra. La figura del ocho acostado del infinito se convierte en una guitarra que puntada a puntada y nota a nota avanza por lo desconocido.
Llevándonos a magnificar los espacios entre lo minúsculo, Mínimo Infinito está lleno de canciones que tocan las fibras del corazón. Demuestra que un artista puede reducir su formato sin perder la grandeza o la complejidad en su trabajo. Es el cierre perfecto para la primera década de trabajo de Lucio Feuillet que deja con la agradable expectativa por escuchar los siguientes pasos en su exploración musical.